Hola, bienvenidos y bienvenidas a este nuevo post sobre Lean y cómo puede ayudarnos en nuestras empresas, ¡e incluso en nuestras vidas!
Para los que se nos leen por primera vez, podéis ver los demás post sobre Lean en nuestro blog, y sobre un montón de cosas más que, estamos seguros, os van a interesar.
Este post he decidido dedicarlo a cómo Lean puede ayudarnos a organizar nuestras empresas, de manera que nuestros niveles de estrés, no vamos a decir que desaparezcan, pero sí que entren en un nivel razonable.
¿Todos de acuerdo? ¡Vamos allá!
El estrés, ¿compañero inseparable?
Nuestras vidas están sometidas a más presión que las vidas que tuvieron nuestros padres, y ¡qué decir de las de nuestros abuelos!. La tecnología (ojo, que no reniego de ella y me parece muy útil), la velocidad con la que se suceden las cosas, las situaciones cotidianas que, de manera inconsciente, percibimos como potenciales peligros (tráfico, responsabilidades laborales más o menos complejas, conciliación familiar, etc.) y las características personales de cada uno, hacen que vivamos en una realidad “acelerada”.
Y si bien llegamos a asumirla como normal, no es menos cierto que hemos llegado a un nivel en el cual cualquier “cosita” más, puede desembocar en un cataclismo más o menos grande.
De acuerdo, estos son nuestros campos y con estos bueyes hay que arar. La pregunta que me surge es, ¿es esto cierto? ¿Es una realidad inamovible? ¿O podemos hacer algo para cambiarla?
Lean al rescate
Mi experiencia es que sólo entramos en pánico cuando nos perdemos de vista. Y sólo nos perdemos de vista cuando perdemos el control sobre las situaciones y estas se “enmarañan”. Luego, mantener el control y no permitir que las cosas se salgan de quicio es la mejor manera de no entrar en pánico.
Organización, ante todo organización.
Como esta serie de posts está más orientada a la empresa, voy a seguir por ahí. Sin embargo, me permito recordaros que también se puede aplicar a nivel personal, y si no me creéis echad un vistazo a cualquier tratado sobre Lean y luego ved algún vídeo de Marie Kondo… ¡Y ya me contaréis!
Bien, volvamos con nuestras empresas y el estrés. La mención que he hecho antes de Marie Kondo, no es gratuita. Una de las cuestiones que Lean pone encima de la mesa es la necesidad de organización.
Organizar nuestro trabajo por proyectos, estos por hitos y estos por tareas, suele ser la mejor forma de empezar a utilizar este método. Esto es debido a varias razones, pero las dos principales es saber de dónde partimos y a dónde queremos llegar.
Un ambiente de trabajo desorganizado es un ambiente estresante. Y no se llega a él en dos días. Suelen ser muchas jornadas y proyectos a salto de mata los que desembocan en un ambiente estresado. Con esto quiero decir que el estrés sobreviene por sensación de acumulación de tareas sueltas, o dicho de otro modo, el síndrome del apaga-fuegos.
Mis problemas con el estrés.
En otro post sobre este tema, hablo de los problemas como fuente de información. Un ambiente donde todo parece un problema, es un ambiente enfermo de estrés.
Una empresa donde se procura ir al centro de los problemas y resolverlos, es una empresa donde se “empieza a curar” el estrés. Para ello, es importante que todas las personas involucradas en el problema se sientan parte de la solución. Y entramos en otra de las cuestiones que se favorecen con el método Lean: la comunicación y la participación de los interesados.
Evidentemente, no siempre se puede satisfacer a todo el mundo, pero hay formas de escuchar a todo el mundo y encontrar terrenos comunes que permitan avanzar hacia soluciones aceptables para todos.
Objetivos claros, medibles y, sobre todo, realistas.
De nada sirve poner orden, establecer objetivos, y que todo el mundo los conozca, si luego son imposibles de alcanzar. Eso sólo conseguirá aumentar el estrés de las personas que trabajan con y para nosotros, cuando se den cuenta de que “esto es más de lo mismo”.
Cuando decidamos aplicar Lean en nuestras empresas, aparte de hacerlo de una manera también medida y controlada, es necesario que estemos implicados en el proceso. Que realmente queramos cambiar la situación existente por una mejor, y no que se trate de una capa de barniz que nos haga parecer muy buenos y a los demás muy malos.
Mi sugerencia es muy Lean. Si decidís cambiar el ambiente estresado de vuestras organizaciones por uno más sano, bajad al gemba, el sitio donde ocurre la acción, e implicaos seriamente con las mejoras que queráis llevar a cabo. Sólo entonces atacaréis el problema de raíz y empezaréis a curar el estrés de vuestra organización… y con él, el vuestro.
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